miércoles, 27 de junio de 2018

Tiempo sagrado en una religión para seculares

Por Jorge A. Serrano Hernández

Llegó Rusia 2018 y un nuevo mundial de futbol vuelve a tener lugar. Al ver en las pantallas las distintas variedades humanas que se dan cita para el evento, pareciera que el futbol es la única y verdadera religión global sin importar la raza, el idioma o cualquier otro credo entre sus practicantes.

El historiador de las religiones y filósofo rumano, Mircea Eliade, describe la importancia de la idea del "tiempo cíclico" en las religiones antiguas. En su obra Lo sagrado y lo profano, Eliade explica que los pueblos antiguos debieron construir el cosmos, es decir, darle sentido a una realidad caótica y sin significado; por ello inventaron narraciones, historias que explicaban el origen del grupo y su función en la vida, que son los momentos fundacionales de esas sociedades.

Al percibir los ciclos de la naturaleza durante su desarrollo evolutivo, los humanos crearon una idea del tiempo cíclico. Los ciclos se entienden por la transición de los extremos, del periodo de abundancia se llega al de escasez hasta una vez más volver a la abundancia, del calor del verano pasamos al frío del invierno; si el tiempo es cíclico debe existir entonces un "tiempo fuerte" donde abunda la energía y un "tiempo débil" donde hay carencia de energía, y el tiempo fuerte es el más adecuado para recrear el cosmos.

Para los pueblos antiguos, el cosmos, lo que tiene significado, no se crea sino que se recrea en la imitación de los héroes y de los dioses que pueblan las narraciones de cada cultura. Los tiempos fuertes son los más adecuados para repetir los actos heroicos, para refrendar la alianza entre dios y su pueblo. De la misma forma que existe un tiempo fuerte donde abunda la energía, al crear el cosmos se establece un "lugar fuerte" donde se desarrollaron los eventos heroicos originales y donde deben repetirse ahora como ritos sagrados.

Cualquiera que haya presenciado una misa católica lo puede entender, en el momento de la comunión es como si Jesús y sus apóstoles estuvieran juntos una vez más para repetir la última cena y los participantes de la misa se integran con ellos en un rito que los conecta con lo divino.

En el Mundial de futbol la fe verdadera renace en el rito sagrado que propicia un tiempo fuerte, durante el juego los antiguos dioses dejan lugar a los nuevos héroes, los diferentes estadios son el mismo escenario en el que los actos heroicos suceden a diario, el mítico 10 viste una vez más la playera y entra a la cancha para derrotar a las fuerzas del caos, y los ángeles y los demonios vuelven a luchar por 90 minutos para el agrado del dios que convive junto a sus fieles en las tribunas (ese dios redondo, el único que habita en mi).