martes, 19 de junio de 2012

No hay arriba o abajo absolutos

GIORDANO BRUNO
Por Douglas Alberto Gómez Reyes y Mariana Robles Luis.

Todo este orbe, esta estrella, no estando sujeta a la muerte, y siendo imposible la disolución y la aniquilación en la Naturaleza, de tanto en tanto se renueva a sí mismo cambiando y alterando sus partes. No hay un arriba o abajo absolutos, como enseño Aristóteles; ninguna posición absoluta en el espacio; sino que la posición del cuerpo es relativa a la de los otros cuerpos. En todos lados hay un incesante cambio relativo de posición a través del Universo, y el observador siempre está en el centro.
  Sobre la causa, el principio y la unidad,  Giordano Bruno (1584).


Giordano Bruno fue un filósofo y poeta renacentista cuya dramática muerte dio un significado especial a sus escritos. De nombre Filippo y nacido en Nola, un poblado cercano a la ciudad de Nápoles, Italia. Al ingresar a la orden de los dominicos tomó el nombre de Giordano. En esas épocas las órdenes religiosas eran las custodias de los conocimientos científicos (a los que llamaban “ciencias ocultas”) acumulados desde la antigüedad, pasando por los griegos, los árabes y sus  contemporáneos. Con los dominicos Bruno se empapó de la filosofía Aristotélica y de la teología tomista. Giordano viajó a Génova, Toulouse, Paris y Londres donde permaneció dos años, de 1583 a 1585, bajo los auspicios del embajador francés y círculo del poeta inglés Sir Philip Sydney. Escribió Cena el miércoles de ceniza (1584), Sobre el Universo Infinito y los Mundos (1584), así como Sobre la Causa, el Principio y la Unidad (1584). Un año después viajó a Marburgo, Wittenberg, Praga, Helmsted y Frankfurt, donde hizo arreglos para la publicación de sus diversas obras.

 En 1592, por invitación del noble veneciano Giovanni Monceniego, Giordano regresó a Italia para fungir como su tutor privado y aquel malagradecido lo denunció a la Santa Inquisición por hereje. Las autoridades romanas lo mantuvieron en cautiverio durante ocho años en el Castillo de San Ángel interrogándolo para luego procesarlo por los cargos de blasfemia, conducta inmoral y herejía. A deferencia de Galileo Galilei, Giordano Bruno se negó a abjurar de sus ideas, así que el Santo Oficio decidió darle escarmiento quemándolo en una hoguera en Campo dei Fiori el 17 de febrero de 1600. Tuvieron que pasar doscientos años para que se le erigiera una estatua a su memoria en el sitio de su martirologio a causa de su libre pensamiento.

Giordano Bruno murio convencido de la infinidad del Universo, que Dios es palabra-espíritu universal y que todo material particular son manifestaciones de uno e infinito principio. Giordano fue un convencido de la teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico.

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